Transcripción resumida de
EXPOSICIÓN DE
JUAN CARLOS MAMANI M.
“ALGUNAS
CONSIDERACIONES SOBRE LA LITERATURA AYMARA”
El
referirse a una literatura aymara requiere de una definición. Ello depende del
contexto y de quienes la proponen. El marco o representación que se hace de la
literatura aymara es bastante amplio. Para unos, son los textos escritos en la
lengua aymara relacionados con relatos orales, leyendas y mitos tradicionales;
es una mirada muy generalizada y, como la lengua aymara no tiene una tradición
escrita amplia, se dice que la literatura es eminentemente oral, y que incluye
entonces adivinanzas, leyendas tradicionales, etc.. A ellos, además, se agrega
ensayos, discursos políticos, etc. que se han producido en contextos más
actuales. Para otros, son textos producidos por escritores aymaras, aunque en
la lengua dominante, el castellano. En tales textos se alude, en alguna medida
a la realidad o al mundo aymara, y plantea percepciones de ese grupo. Aquí
encontramos obras narrativas como
líricas.
Esa
mirada amplia de la literatura aymara, que va desde obras escritas por autores
aymaras en la propia lengua originaria hasta aquellas escritas en lengua
castellana, tiene que ver con el contexto del mundo aymara. Por una parte,
espacialmente, el mundo aymara tiene presencia en tres contextos nacionales, no
solo en Chile sino también ampliamente en el Departamento de La Paz y de Oruro,
en Bolivia, como en el Departamento de Puno en el Perú. Es mucho más gravitante
en Bolivia; no en vano La Paz se ha declarado la capital aymara. Incluso su
Presidente Evo Morales se ha declarado aymara. Lo mismo en Puno Perú, la
población aymara es fuerte (casi la mitad de su población es aymara). En Chile,
a diferencia de las realidades anteriores, el mundo aymara, en cuanto a la
cantidad de gente y al espacio, es mucho menor y menos gravitante.
Por
otra parte, otro aspecto contextual que hay que considerar es la realidad
sociolingüística de la lengua aymara. La lengua aymara en los tres países
mencionados es una segunda lengua
minoritaria: en Bolivia después del quechua, al igual que en el Perú, y acá, en
Chile, después del mapudungun. En Bolivia la lengua tiene una presencia de
mayor vitalidad en lo cotidiano y en los medios de comunicación (radio San
Gabriel, por ejemplo). En Puno aproximadamente la mitad de la población es de
ascendencia aymara y la otra mitad quechua. Ahora en Chile menos del 30% y
mucho menos diría yo, mantendría el uso de la lengua aymara en la provincia de
Parinacota. La población que la usa es de adultos mayores, pero no todos los
mayores la usan, solo aquellos que viven en pareja, o que tienen un hermano o
alguien cercano, vecino, que habla la lengua y que sea contemporáneo. La
pérdida de la lengua es dramática en Chile. Nosotros ya hemos anunciado que el
aymara criado en la zona, esa variedad nuestra, se va a perder.
Además,
al hablar de una literatura aymara, otro
proceso importante en el marco contextual, es el proceso de endogénesis aymara
que ha estado ocurriendo de los últimos decenios. Me refiero al proceso de
reafirmación, de confirmación, de activismo por la identidad étnica. Según
Albó, que ha escrito sobre ello, en Bolivia este proceso ha sido mayor, porque
en Perú como en Chile, los aymaras no viven en el centro (como en Bolivia) y no
gravitan en la política central de la misma forma. A los aymaras en Perú como
en Chile los ven como una población pro-boliviana, es decir a una población más
asociada a una etnia boliviana. Además los peruanos le dan mucha más relevancia
a los quechuas; en Chile a los mapuches. Es importante esta endogénesis que
tiene aspectos políticos, socioculturales. Entre otros uno de los más
relevantes ha sido la lengua tanto en Bolivia y como en el Perú, no así en
Chile. En Chile en este proceso de endogénesis ha sido más fuerte la memoria
histórica, según Zapata (2007), que está vinculada a la historia del colectivo
general, al espacio, a la comunidad de origen; incluso hay una rivalidad entre
esas comunidades que pesa bastante. Esta dinámica sobre el origen espacial, el
de dónde somos, ha tenido más peso que el de la lengua; una diferencia de
nuestro país, en done la gravitación de la lengua que es más fuerte en el Peru y Bolivia, aquí no lo es.
Por eso allí hay una proliferación mayor, discursiva y escrita de la lengua
aymara, sino en textos monolingües, sí mucho en textos bilingües, es decir en
aymara como en castellano.
Y
precisamente es en Bolivia en donde existe la primera referencia escrita, en un
libro, de Xavier Albó y Felix Laime en
1992, al concepto de literatura aymara en un texto, una antología que reúne una
variedad de textos: mitos de origen, leyendas, piezas de radio-novelas, cuentos
contemporáneos desde la época colonial hasta la época actual en versión
bilingüe aymara-castellano. Este libro es un hito en este proceso. Además en
Bolivia ya hay poetas conocidos como Clemente Mamani Laruta. Uno de sus últimos
poemario es Pachakutxa, “El Retorno”
(2013), también tenemos noticias de la traducción de “El Quijote de la Mancha”
al aymara, del cual no tenemos la evidencia de muestra mano. Otra muestra en
Bolivia es el de una primera novela: Jach’a
Tantachawita Pachakutiru, “Una Reunión para el Pachacuti”, de Federico
Torres Márquez, escrita completamente en aymara editada y publicada por el
grupo Santillana, que fue todo un hito en el 2010. En Perù he buscado a quienes
escriben en lengua aymara y he encontrado a este poeta periodista y ensayista
José Luis Ayala que ha escrito poesía en textos bilingües, por ejemplo el poema
Pirumarkajan Jalluw Purinti “La
Lluvia está Llegando al Perú”. Es un poeta puneño que está produciendo en
lengua aymara y castellano. Eso ocurre en una realidad en donde la lengua
aymara presenta una mayor vitalidad. Sin embargo, en esos contextos, como lo ha
dicho el mismo Félix Layme Pairumani,
estudioso boliviano muy comprometida con la lengua aymara, en un reciente
seminario en Iquique (octubre 2015): “no hay tradición de lectura y escritura
aymara”. De tal manera que si a la misma población aymara se le presenta el texto bilingüe, ella va a
leer en castellano, le es más fácil y no en aymara. Es decir, su producción
escrita y mucho más su lectura, es muy limitada, prácticamente inexistente.
No
obstante lo anterior, en Chile, a pesar del desplazamiento de la lengua aymara,
existen intentos de recopilaciones y compilaciones escritas de los cuentos y
leyendas que se han mantenido en forma oral, en versión bilingüe. Una de ellas
es de quien les habla, en Arica: Markajana
Jawarinakapa, “Cuentos de mi pueblo” (2007 con una primera edición de 1000
ejemplares con apoyo del Fondart, que ya está agotado. De ese texto se está
preparando una segunda edición por cuanto hay una pequeña, pero constante
demanda. Otro texto es Jiwasan Kuñtunajsa,
“Nuestros Cuentos” (2007) de Eva Mamani Chayapa
y Marcelo Moreira Alcota, en Iquique. Ambos textos son de cuentos y
leyendas tradicionales que hemos escuchado. En Chile también tenemos algunos
textos en versión bilingue de Pedro
Pablo Humire, que incluso ha recibido el Premio de Poesía Indígena de Chile con Aka
Jach’a Pampa, “Esta pampa grande” y Uma,
“Agua”, en 1999 y 2002, respectivamente.
De acuerdo a lo expuesto la escritura aymara presenta grandes
desafíos. Ello tiene que ver con la ausencia de lectores y con la ausencia de una norma o
forma estandarizada: hay quienes escriben como se habla el aymara; otros,
asumiendo que la escritura es diferente, aplicando ciertos criterios, como el
evitar las elisiones vocálicas finales propias del habla aymara. Ello genera
más ambigüedad, confusión entre los pocos interesados. Y muchos de los que
saben hablar aymara, no leen, porque la lengua no tiene una forma
estandarizada. Por ejemplo, hay una variante aymara de Iquique que presenta
alguna diferencia con la variante que yo escribo, una aprendida en una academia
boliviana. Eso en parte, porque hay diferencias en la lengua aymara; al igual que las demás lenguas,
nuestra lengua aymara, tiene variantes dialectales, por ejemplo, esas se pueden
ver a nivel de país: Bolivia, Perú y Chile.
Por otra parte en Chile, en la región
Arica-Parinacota, asociado a esa llamada Literatura Aymara, existe tanto una literatura
expresada en forma oral y también escrita en versión bilingüe, aymara
castellano como otra en la lengua dominante. En esta última, se hayan los escritores aymaras que escriben en
castellano, pero aludiendo a tópicos o contenidos relacionados a su mundo
étnico. A ellos por el hecho de asumir una identidad aymara de manera
explícita, se les asocia a una literatura aymara, como la anterior. Su
producción presenta principalmente niveles de interlingüismo o bilingüismo, es
decir, son obras que aunque escritas en
marcos castellanos, presenta el uso frecuente de muchos términos y expresiones
propias de la lengua aymara y contienen tópicos o contenidos relacionados con
el mundo aymara. Pedro Pablo Humire, por ejemplo, tiene su mayor producción en
el marco lingüístico español, o como es también mi caso. Es decir son obras con
diferentes niveles de interlingüismos o bilingüismos; obras que aunque escritas
en el marco del castellano presentan el uso frecuente de términos y/o expresiones
propias de la lengua aymara.. Es lo que aparece en la “Antología de tres
escritores aymaras de Arica-Parinacota, Chile” (2014), publicada con fondos de CONADI. Esta
producción literaria sería la “literatura etnocultural o intercultural”. Una
literatura que hacemos desde nuestra identidad aymara que se caracterizaría
por: “por una superficie textual pluralmente codificada, una enunciación
sincrética y una intertextualidad transliteraria en función de un enunciado de
referencias híbridas o mestizas”; que estaría “constituida con categorías de
las tradiciones de dos sociedades en contacto, alteradas o transformadas por la
influencia recíproca” (Carrasco 2002). Así el poema Parinacota de Pedro Pablo,
que ha obtenido premios, es un excelente ejemplo de este carácter etnocultural
caracterizado por el interlingüismo. En la zona, hasta ahora, con ese tipo de
textos, solo están Pedro Pablo y quien les habla, no tengo registros de mas o
de otros autores aymaras.
Comentarios a
consultas y opiniones de asistentes: Me consultaban, cuando me invitaron a un
seminario en Iquique (octubre 2015) sobre cuál sería la motivos, que yo veía en
esta literatura, la catalogada como etnocultural, escrita en castellano. Pienso que es el empoderar a las nuevas
generaciones aymaras de los espacios de los padres y abuelos que no conocieron,
porque viven lejos; me refiero a los hijos y nietos que viven hoy en la ciudad.
Muchos, casi todos, los jóvenes tienen como su lengua materna el castellano y
no tienen la experiencia con el espacio tradicional aymara, no han tenido
experiencia con ritos tradiciones festividades que aun mantienen algunos
abuelos. En los relatos se puede encontrar algo de ellos, de ese mundo. Es en
alguna medida la finalidad de esta literatura: el asumir nuestra herencia y
resignificarla desde nosotros mismos como aymaras habitantes de la ciudad que
comparten un mundo globalizado. Asumir nuestra realidad urbana, porque siempre
al hablar del mundo aymara se apunta al mundo rural y al altiplanico y se
olvida que la población aymara, en casi más del 70%nestá acá, en la
ciudad, viviendo, compartiendo esta vida
moderna y cosmopolita. El punto clave en este tema es cómo asumimos esta
realidad modernizante, globalizante desde nuestra perspectiva, desde nuestra
cosmovisión aymara. Y por otra parte estos textos buscan compartir con los no
aymaras sus historias habladas, contadas, sus leyendas.
Lo expresado a continuación es la transcripción del diálogo
entre participantes que consultan y opinan y comentarios de expositor: La cosmovisión aymara de los poetas al parecer sería
solo una cosmovisión del poeta, pero guarda relación con el mundo aymara aun
sin tener racionalizado, objetivado aquello.
El mundo académico
no está interesado en la publicación de estos textos. Como sucede con los de
Humire, por ejemplo. A diferencia de la literatura mapuche sobre el que existen
académicos que han publicado sobre ellos textos analíticos y especializados.
Humire, que escribe desde 1963 no tiene un estudio macizo de su obra. Mucha de
su obra (P.P.Humire) está en fotocopias. Hoy está escribiendo José Maldonado
Segovia, que aparece en nuestra la antología ya mencionada, y CONADI está
apoyando su próxima publicación.
Se hace el símil con
una obra, una novela de Vargas Llosa que recupera esta cultura original, los
humaniza y difunde.
El yatiri es de suyo
una figura literaria, un personaje literario por el carácter que tiene para la
comunidad aymara, un sabio que para ser tal debe de haberle caído un rayo, el
yatiri es un personaje diferente a aquel que se comunica con otras fuerzas
cósmicas, o ancestros.
Hay una producción
de autores aymaras que entregan con sus concepciones literarias, percepciones y
un mundo que aluden a un espacio y aun devenir aymara, a ciertas relaciones
telúricas, a ciertas formas de ser y percibir la realidad en este norte grande
de Chile que alientan la proyección de una humanidad marcada o resignificada
por esta cultura original. Para estos autores se trata de una propuesta de
resignificación, asumiendo la realidad de hoy sin esencialismos ni
reduccionismos folklorizantes. Sucede, a veces, en algunos servicios
institucionales que se pretende ver al mundo aymara vestido de ojota, con
poncho, y cada vez que hay una phawa, el que hace de maestro tiene que explicar
qué significa. Allí se pierde el significado del ritual. Nosotros no somos
tampoco esencialistas defendiendo un mundo aislado, puro, sino que asumimos
esta realidad de hoy, en que se está intercomunicando, relacionándose, influyéndose. Asumimos esta
realidad. Nuestra lengua ancestral es el aymara, y así como se ha usado en la
época colonial a las lenguas indígenas, y aun se usan, para cristianiza a los
indígenas; ahora utilizamos la lengua dominante el castellano, para aymarizar,
para que se valore y resignifique aquellos antecedentes aymaras, su patrimonio
material e inmaterial. Esa es nuestra intención como escritores aymaras (en esa
tendencia etnocultural desde la perspectiva aymara).
En cumplimiento a la
normativa legal se está educando a niños aymaras en los colegios fiscales y
municipales hoy en Arica, son 4 horas por nivel y se está llegando a todos los
niveles, y esa enseñanza la dan Educadores Tradicionales. Pero hay mucho que
revisar, la educación aymara se aplica sobre supuestos, no sobre una
investigación, quienes enseñan aymara no manejan completa la lengua, ellas
ellos no la usan en su casa con su familia, los niños aprenden unas palabras,
pero, dónde lo practican? En sus casas no se habla, y las lenguas se crian, se crían
con la vida misma, no hay otra manera. Es una acción positiva pero falta una
política integral que compense la política de chilenización que acabó con el
idioma, La universidad forma a profesores de aymara en 2 años, la pedagogía en
ingles son 5 años. Para la enseñanza del idioma deberían ser los mismos.
Hoy desde lo
literario, como escritores, está el cómo compatibilizar el mundo occidental,
individuailista, con la perspectiva aymara. No se visibiliza a los dirigentes
ni a la cultura aymara mas alla de sus bailes, y cuando son en Arica, a
nosotros nos falta como hacer presente en la literatura a las festividades
andinas, el curriculum oculto que hay en los carnavales por ejemplo, mas allá
de los turístico, de las anécdotas, historias que están bajo esta actividad,
llevarlas a la literatura.
Por los años 70 y 80
hubo un gripo de profesores que trabajaban allá en el interior, formaron un
grupo (/alkanta yuiruri/) donde habían poetas aymaras, entre ellos estaba /Chakartana/,
que se podrían agregar a este contexto. El se retiró. La principal organización
pro aymara fue entre el 89 al 95 /proakmaru/ en ese grupo se inició un circuito
de poesía pública aymara en que se recitaba en aymara, incluso se extendió a
Iquique. Producto de este grupo aparecieron otros poetas que mostraron también
su obra como Tomas Roque quien mostró su producción en lengua aymara (falleció)
y que no sistematizó, no publicó. También el profesor Teodoro Marka que tampoco
publicó y no ha continuado lamentablemente.